sábado, 31 de diciembre de 2011

Noche Vieja

Yo en Nochevieja me siento... me siento... no sé, me siento como un toro, ¿no? Cuando llega la fiesta miro alrededor y me da la sensación de que todo el mundo se lo está pasando bien, menos yo.


El estrés comienza con la cena. Aquello parece una prueba del Gran Prix:


Tienes que llevar calzoncillos rojos, tener algo de oro para meterlo en la copa, preparar las doce uvas... y contarlas varias veces, porque, como son todas iguales, te equivocas:
Una, dos, tres, cuatro... una, dos, tres, cuatro, cinco, seis...Esta pocha ya la he contado... Una, dos... siete, ocho...


Joder, las doce menos veinte! ¡Chavalín, trae el Rotring, que las voy a numerar, como en el Bingo!


Y tu madre:
Queréis venir, que se enfrían las gambas? Que esa es otra: te tienes que comer todo lo que está en la mesa...¡antes de las doce! que, con las prisas, más que pelar gambas, parece que estás desactivando una bomba.


¡Coño, las doce menos diez! -¡Mamá, no me da tiempo: hazme un sándwich con el cochinillo,
que ya está terminando Cruz y Raya!


Y no eres el único que está agobiado, ¿eh? No hay más que ver la tele.



Allí están Ana Obregón y Ramón García, explicando a toda España como funciona un reloj.
Acojonados por si se equivocan:
- Cuando la aguja pequeña esté en las doce y la grande también... serán las doce.


¡Coño, como todas las noches! Y entonces bajará la bola y... luego vienen los cuartos, ¡no vayan a empezar a comerse las uvas, ¿eh?


Vamos a ver: ¿por qué nos explican mil veces que no nos comamos las uvas en los cuartos y nadie nos explica por qué coño tiene que bajar una bola? ¿Qué clase de reloj es ése?


Cuando por fin llegan las doce, en toda España se oye lo mismo: Cla, cla, cla, cla... Eso es la bola: cla, cla, cla... Din


-¡GLUP!-don...-¡Ah no, que son los cuartos!
-Din-don...
-¡Escupid que son los cuartos!
-Din-don...
-Pfbbbbbbbb...-¿qué son qué?
-Din-don...
-Los cuartos...
-Ton...
-¡Ahora, ahora!-Ton...
-¡Una!
-¡Que no, que vamos por la segunda!
-Ton...
-Pues me meto dos...
-Ton...
-Seis...-¿Cómo que seis?
-Ton...
-A mí ya no me caben más, ¿eh?
-Ton...
-¡Eh!, ¡deja mis uvas, cabrón!
-Ton...
-¡Es que se me ha caído una al suelo!
-Ton...
-Bgrfds...
-Ton...
-Bggggdffffff...
-Ton...
-A mí ya no me quedan...
-Ton...- ¡Pues a mí me sobran cuatro!
-Ton... -mamá el abuelo está morado....


Y cuando acaban, toda la familia con la boca llena de babas, a darse besos:
-Fffffelifsz año, eeeeeeeeeh, felifzcidadef, grfdddfd...

Y suena el teléfono: ¡riiiiiiiiiing!
-¡Pero coño! ¿Ya están llamando? ¿No se pueden esperar?-Pues a mí todavía me sobran dos...-¡Champán, que alguien venga el Champán!


Pero, bueno, vamos a ver ¿a vosotros os parece lógico empezar el año así?
¡Qué estrés, de verdad! Pero como es Nochevieja...tienes la obligación de divertirte.


Así que después te vas a un fiestorro a un sitio en el que, si caben mil personas, el dueño ha decidido meter a cinco mil doscientas. ¡Muy bien! ¡Cuatro mil doscientas más de las que caben! ¡Quédate en la calle si te apetece, con la pelona que está cayendo! Porque en Nochevieja siempre hace un frío que pela..


Así que entras. Lo bueno que tiene ir a un sitio así es que te puede pasar cualquier cosa.
A mí el año pasado me ocurrió de todo.Yo estaba tan tranquilo, tomándome mi cubatita de garrafón, cuando de repente un tío me cogió por detrás y me dijo:


¡¡¡COOOOOOOOONGAAAAA!!!!!Y, claro, que vas a hacer, pues te pones a bailar... ¡Eso te lo hace un tío en el autobús y le partes la cara!
¡Pero como es Nochevieja...! ¡Pues hala!
Y de repente te das la vuelta y llevas cien personas enganchadas a tu culo.


¡A ver como escapas de ésta! Porque una conga es como una secta: entrar es muy fácil pero salir es muy jodido. Porque en el garito hay como doce congas girando a toda pastilla...Bueno, pues iba yo conduciendo mi conga... por mi derecha, cuando, de pronto, me veo venir en dirección contraria una conga suicida acojonante conducida por un gordo con casco de vikingo.


Yo le iba a hacer ráfagas, pero como las congas no llevan ni luces ni nada... pues, para evitar la colisión, di un giro brusco a la derecha... ¡Y me tragué entera una columna de espejitos!
¡Siniestro total! Doce heridos leves y una columna de espejitos destrozada.


Y yo, con una ceja abierta tirado en el suelo pensaba: Joder, como me hagan soplar ahora,la hemos cagao.


Y en ésas, me desmayé. Al despertar estaba en la sala de urgencias, rodeado por todos los de mi conga.


Algunos todavía no se habían desenganchado; habían venido corriendo detrás de la ambulancia.
Bueno, las urgencias en Nochevieja, hay que vivirlas.Si en la sala caben cincuenta personas, el dueño ha metido a ciento cincuenta...


Como el de la discoteca. Y como allí también es Nochevieja, el camillero lleva un gorrito de moro, la enfermera un collar de hawaiana y el que te cose la ceja unos dientes de Drácula, ¡que te da una confianza... !


El tío te dice:
-¿Qué ha sido? ¿Con una moto?
-No, con una conga.
-¡Ay!, si es que van como locos con las congas...


Cuando salí de allí me quería ir a mi casa, pero como era Nocheviejaceja grapada en un bareto...


-Oiga, póngame un chocolate con churros a ese módico precio de 4 Euros de na.
-Pues sólo nos queda Nesquick y algunos dónuses... Es que los últimos churros se los han tomado los de una conga, ¡traían un cachondeo...! Había un gordo que llevaba un casco de vikingo... ¡No le digo más!


Y es lo que yo le digo a los clientes: si no disfrutas en Nochevieja, ¿cuándo vas a disfrutar?

jueves, 29 de diciembre de 2011

Un beso bajo el muérdago

De tantas tradiciones que se dan en torno a la navidad, esta es una de las más pícaras. Siempre pensé que era una invención de alguna familia antigua para permitir los besos en una época en que era algo poco pudoroso o hasta mal visto.
Sin embargo la tradición tiene su base. Todo comenzó con los nórdicos y celtas, que consagraron el muérdago al Dios de la Primavera “Baldur”; desde allí se convirtió en el adorno por excelencia en las fiestas del Solsticio de Invierno. Por su parte los druidas lo recogían con una hoz de oro, y luego lo quemaban para los dioses, con la certeza de que este acto les protegería de distintos males.
Sin embargo esto de besarse bajo el muérdago es tradición atribuida a los griegos que comenzaron a hacerlo en sus festividades saturnales y luego en los ritos de matrimonio más primitivos. Todo ello porque se le atribuían propiedades relacionadas con la fertilidad, y porque entonces se creía que el estiércol del cual procedía el muérdago tenía el don de la vida.
Esta creencia se fue afianzando, y luego los ingleses del siglo XVIII comenzaron a colgar bolas de muérdago en sus casas durante el invierno y se decía que ninguna chica bajo el muérdago debía rechazar un beso, y que este  beso daría pie al matrimonio y este sería una unión feliz. Pero si la chica no corría con suerte y nadie la besaba (Imagino a las chicas largos ratos bajo el muérdago y que nadie quisiera besarla, pobre) entonces no sería en ese año que se casaría y tendría que esperar hasta el siguiente año.
Luego todo se fue complicando (Porque a la humanidad no le gusta lo simple…) y si el muérdago que estaba en la puerta no se quemaba tras la decimosegunda noche desde la navidad, no sólo sería de mala suerte para la familia dueña de la casa, sino que ninguno de los que lograron besarse bajo el muérdago llegarían a casarse como esperaban.
 
Aún hoy día se mantiene esa tradición en los países nórdicos, más por la picardía de besarse que con la certeza de que esto les dé larga vida juntos, pero sigue siendo una romántica tradición para los que creen en las promesas de amor verdadero.

domingo, 25 de diciembre de 2011

El Árbol de Navidad

Hace ya muchos años, en el siglo VIII, había un monje benedictino que amaba al Señor por encima de todas las cosas. Su nombre era Winfrid, y su amor por Jesucristo era tan grande que deseaba que todo el mundo pudiese disfrutar de Él.
Existía por aquella época toda una zona del centro y norte de Europa que no creían en Jesucristo y se habían entregado a las prácticas de otras creencias religiosas. Aquella extensión de terreno era conocida como la Germania.
Winfrid, empujado por su ardoroso deseo de llevar al Señor a todos los confines de la tierra, emprendió su marcha hasta lo que hoy conocemos como Alemania.  Allí estuvo meses y meses intentando evangelizar pero todo aquello que intentaba resultaba inútil. Nadie le hacía caso, pero él no desesperaba y sus deseos de transmitir la fe en vez de disminuir, iban creciendo.
Atento siempre a todo lo que le rodeaba, Winfrid descubrió un detalle en las gentes de aquellas tierras que le abrió el camino de la sabiduría y el entendimiento. Los habitantes de aquel lugar tenían por costumbre acudir a un bosque cercano a realizar oraciones a sus dioses. El Espíritu Santo iluminó a Winfrid y le mostró el nuevo camino evangelizador que debía tomar.
Reunió a los aldeanos en el bosque donde solían rezar y les dijo: “Vuestros dioses son como vuestros árboles (encinas, hayas, etc.) que caducan. Hoy están con vosotros pero mañana mueren y ya no os acompañan. No son eternos, al igual que aquellos a los que llamáis vuestros dioses. Yo voy a plantar aquí este abeto que recuerda a mi Dios. Jesucristo es como este árbol que no caduca, que no muere. Una vez que lo plantas, se queda contigo para siempre. Así es Dios verdadero, el que no nos abandona nunca.”
A este lúcido discurso añadió: “Y vamos a poner estas velas (nuestras actuales luces) porque sólo Jesucristo es el que nos puede dar luz, el que puede alumbrar nuestro camino.”
Todavía no había terminado: “Y también le vamos a añadir estas manzanas (nuestras actuales bolas de colores) porque Cristo crucificado carga con nuestros pecados, carga con los pecados de los hombres.
Y aquel abeto, con sus velas y manzanas, se quedó en ese bosque para siempre. Todos aquellos que pasaban por delante no podían olvidar las palabras del benedictino: “Jesucristo está siempre contigo, te ilumina, te salva de tus pecados, te ama con locura” Así, muchos, tras esa contemplación, se convirtieron al Señor y entraron a formar parte de los hijos de la Iglesia.
Aquel monje consiguió ser instrumento de Dios, vehículo de salvación para los hombres. Hoy nosotros le conocemos con el nombre de San Bonifacio.
 

jueves, 15 de diciembre de 2011

La Corona de Adviento

El Adviento, es un tiempo de preparación, nos preparamos para la llegada del niño Jesús, del Salvador, el Mesías, el Señor. Debemos estar preparados para recibirle con alegría y entusiasmo y por eso debemos estar en paz con Dios y sobre todo con nosotros mismos. Por eso, ya que este domingo entramos en la cuarta semana de Adviento, voy a contar cual es el origen de la Corona de Adviento.

Origen: La Corono de Adviento tiene su origen en una tradición pagana europea que consistía en prender velas durante el invierno para representar el fuego del dios Sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los primeros misioneros aprovecharon está tradición para evangelizar a las personas. Partían de sus costumbres para enseñarles la fe católica. La corona está formada por una gran variedad de símbolos.


La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal de amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe terminar.


Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.





Las cuatro velas: Nos hace pensar en la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como la tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez mas cercana llegada de Cristo a nuestro mundo.
Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos del Adviento al hacer la oración en familia.


Las manzanas rojas que adornan la corona: Representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que se trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador universal. 


El listón rojo: Representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.