domingo, 5 de febrero de 2012

ROMANCE DE LA MORA CAUTIVA

En los montes más oscuros
que tiene la morería    
lavaba una mora guapa
lavaba una mora linda.
Lavaba su linda ropa 
tendía en las alegrías
y vio en ella un caballero
que estas palabras decía:
—Apártate, mora guapa,
apártate, mora linda,
que va a beber mi caballo
agua clara y cristalina.
—No soy mora, caballero,
que soy cristiana cautiva:
me cautivaron los moros
el día de Pascua Florida
en el jardín de mi casa
jugando con mis amigas
y de nombre me pusieron
Blancaflor de Alejandría.
—¿Te quieres venir conmigo
a los montes de la Oliva?
—Y mi ropa, caballero,
¿dónde yo la metería?
—La de hilo y la de holanda
en mi caballo vendría
y la demás, inferior,
río abajo la echaría.
—Y mi honra, caballero,
¿dónde yo la metería?
—En la punta de mi espada
y en el corazón metida.
Al subir aquellos montes,
la mora llora y sufría.
—¿Por qué lloras, mora guapa?
¿Por qué lloras, mora linda?
—Lloro porque en estos montes
mi padre a cazar venía
y a mi hermano Bernabé
de compañero traía.
—¿Y qué oigo, madre santa?
¿Y qué oigo, madre mía?
Creyendo traer esposa,
traigo a mi hermana cautiva.
Abra usted la puerta, madre,
balcones y galerías,
que aquí le traigo a su hija,
la que usted tanto quería,
la que le quitaba el sueño
de noche y también de día.


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